Los niños con edades comprendidas entre los 0 y los 2 años aprenden palabras nuevas con gran rapidez. Se eligen los libros acorde con sus intereses y su desarrollo madurativo, observando bien hacia qué muestran interés o qué saben hacer en cada momento.

En estas edades, se prefiere la familiaridad, en lugar de la novedad. Por lo que son adecuados libros con animales, transportes, objetos del día a día. Es importante que el adulto les transmita el placer de la lectura, propiciando un momento agradable para leerles en voz alta, enseñarles las ilustraciones y estimular la conversación con ellos.

Mientras los niños van conociendo nuevas cosas a través de los libros es importante, en la medida de lo posible, ampliar sus experiencias en la vida real, es decir, que puedan ver y tocar esas cosas en la realidad.

A los niños les encantan los libros ilustrados con texto que se repite. Por eso, cuando se les lee en voz alta es mejor empezar con libros con un contenido fácil de entender, con un desarrollo de la historia previsible y que tenga repeticiones. Las palabras o las oraciones que se repiten a lo largo de una historia son más fáciles de memorizar, al escucharlas una y otra vez. Además de ejercitar la memoria, proporcionan la sensación agradable de saber qué va a pasar en cuanto se recuerda la historia.

Es así como los más pequeños tienen sus primeras experiencias como lectores: ¡simulan leer aunque no sepan!

Es esencial que en ese proceso se les anime a conocer la mayor cantidad de palabras posibles y que las vayan incorporando a su vocabulario cotidiano. Y, aunque no sepan leer, incitarles a que nos cuenten, o invente, lo que pasa en el libro. El cariño y la paciencia son claves.

Después de familiarizarse con este tipo de libros, se puede continuar introduciendo libros ilustrados con narrativa más compleja. Estos se caracterizan por estar protagonizados por un personaje con el que los pequeños lectores simpatizan. Estas obras satisfacen su deseo de crecer o transformarse y conocer modelos de personajes con los que identificarse, esencial para desarrollar la imaginación y la empatía.

Todos los lectores que se están iniciando en la lectura atraviesan una fase en la que quieren que les lean una y otra vez el mismo libro. Aparte de mostrarnos que están disfrutando con la lectura, nos dan a entender que siguen aprendiendo con las ilustraciones y las palabras.

La repetición ayuda a asentar información nueva al aumentar el número de oportunidad para su comprensión. De esta manera, los pequeños lectores pueden centrarse en un aspecto concreto de la narración y anticiparse a lo que va a venir a continuación. Eso les da mucha seguridad.

No hay un momento concreto. Cuantos más libros ilustrados se lean, mejor. Es así como se descubre el placer de la lectura. Hay libros ilustrados con poco texto y magníficas ilustraciones que pueden llegar a emocionar tanto o más que una novela. Estas experiencias se convierten e una motivación para seguir leyendo, al mismo tiempo que desarrollan una mayor sensibilidad.

Si al pequeño lector se le sigue leyendo en voz alta, llegará un momento en que querrá leer el libro él solo, y para ese momento existen muchos libros que sirven de puente entre los libros ilustrados y los libros en los que predomina el texto frente a las ilustraciones.

Los libros con muchas ilustraciones, pocas páginas y un tamaño de letra grande y legible proporcionan la experiencia de haber leído ellos solos un libro entero. Esas experiencias son imprescindibles para que un lector que está empezando a ser más autónomo comience a leer un libro tras otro.

Para empezar a leer libros con más texto, lo ideal es que haya una cantidad de palabras por página parecida a la de un libro ilustrado. También favorece que se lean cada vez más páginas de libros que contengan dosis de humor y elementos fantásticos, o que narran pequeñas aventuras que satisfagan los primeros deseos de autonomía personal.

En esta etapa también se empieza a producir, de manera paulatina, el paso de la lectura en voz alta a la lectura silenciosa.

Poco a poco se va afrontando la lectura de libros con letra más pequeña, más páginas y menos ilustraciones, aumentando así la cantidad de lectura.

En esta etapa engancha leer obras que describen la vida de niños, para identificarse con ellos y ver reflejados comportamientos de uno mismo o de los amigos. El colegio, el barrio, los cumpleaños o las vacaciones son algunos de los temas que más suelen interesar.

Es también en esta fase cuando se tiene especial interés por las biografías de personajes famosos: inventores, científicos o artistas de todas las épocas. Por eso es frecuente que muchos niños lean más libros cuando descubren los libros de biografías.

Otra tendencia propia de esta etapa es aficionarse a la lectura de las colecciones y las series que estén de moda en ese momento. Es un periodo en el que la familia ha de facilitar esa pasión lectora interesándose por los libros de este tipo que están leyendo, saber qué se piensa de ellos y no juzgar negativamente los gustos con frases del tipo: «¡Siempre lees lo mismo!».

A medida que los niños maduran, son cada vez más conscientes de los conceptos de tiempo y espacio. Como además tienen intereses y curiosidades muy variadas, les encantan las historias que transcurren en países lejanos o en otras épocas, los relatos científicos y las obras de divulgación. En cuanto a las biografías, empiezan a leer activamente biografías propiamente dichas en las que se aborda también el aspecto humano de los personajes históricos.

En los libros de carácter literario ya no buscan solo que la historia sea entretenida, sino que también quieren libros que les hagan pensar. Muchos niños siguen leyendo libros de colecciones y series, en especial las historias de detectives y misterio.

Paradójicamente, es en esta fase cuando muchos niños dejan de leer. Quizá porque no encuentran un libro que les guste. Por eso hay que estar muy atento al interés individual de cada uno de ellos y buscar obras que hablen de temas que le interesen. Es fundamental no imponer lecturas ni criticar los gustos de cada uno, sino respetar y alimentar esos gustos compartiendo los libros que al adulto le marcaron en su infancia, solo a modo de sugerencia, y disfrutando juntos del placer de leer y descubrir.

El paso de la infancia a la juventud es, a veces, un momento delicado en cuanto a la lectura, y se produce una polarización entre los jóvenes que leen y los que no. También hay muchos jóvenes que se estancan en su desarrollo lector y solo leen libros que les resultan fáciles sin dar el salto a otros más complejos y estimulantes debido quizá a que no conocen suficientes títulos o autores. Para esta etapa las obras más idóneas son las que contribuyen a pensar, a descubrir nuevos conocimientos y a reflexionar sobre uno mismo, sobre la vida en general y sobre la sociedad.

Si se trata de un joven lector al que no le gusta leer porque en su infancia no tuvo la suerte de crecer en un entorno rodeado de libros ilustrados, una opción para que descubra el placer de la lectura es recomendarle que lea libros ilustrados o libros que tengan poco texto, como antologías de relatos, cuentos o poesía.

Otra fórmula que suele ser efectiva es recomendar grandes clásicos, que se recomienden generación tras generación es una garantía de que son el tipo de libros que crean lectores.

Y para todos aquellos jóvenes que ya han descubierto el gusto por la lectura, lo mejor es que elijan con libertad lo que quieren leer en cada ocasión. Gracias a la alta comprensión lectora que están adquiriendo, pueden disfrutar de una vida rica en lecturas y convertirse en grandes lectores.